LA DELIMITACIÓN DE LA ESFERA ESTETICA EN LA ILUSTRACIÓN
La estética se da a conocer a través de los canales de lo que conocemos como opinión publica, una de las grandes conquistas ilustradas.
La ilustración pone en juego nuevas categorías; conquista su autonomía como disciplina ilustrada, como una practica naciente del dominio del hombre autónomo ilustrado sobre la realidad.
La ilustración, tiene que ver con la ecuación, la formación y el desarrollo plural de cada persona y del género humano en su conjunto; la ilustración es asociada a los poderes reconocidos a la razón. Proclama la naturaleza, la autosuficiencia…
La autonomía de la estética se impone desde el interior de las corrientes clasicistas e intelectuales francesas, a partir de la estética inglesa del SXVIII.El nacimiento de la estética gira en torno a la razón y la experiencia. El nuevo burgués y filósofo es el promotor entusiasta de la emancipación. La autonomía y la libertad de los individuos se determinan negando las ligazones de lo feudal, y afirma la autosuficiencia. La utopía de la emancipación se manifiesta a través de la estética y el arte.
La razón es una capacidad autónoma, fija su propio destino, es ahí donde se refleja mejor la utopía del mundo ilustrado. La estética se alía con la utopía de la realización de lo estético y lo artístico. Estas dos figuras personifican en estética el anverso de la modernidad. Es decir el reverso de la modernidad seria las actitudes que se desprenden de la convicción de que no es posible contener el lado oscuro de la historia.
La autonomía de la estética se inicia a finales del SXVIII. Incide sobre la teoría estética al separar las artes del genio y del gusto, de las ciencias naturales, las cosas de la imaginación, de los métodos de raciocinio. La persistencia de la belleza como fenómeno objetivo, depende de los objetos, que identifica lo bello con lo verdadero y la perfección. Perraut recurre a los sinónimos de belleza universal absoluta.
Desde Francia definen la transición de una estética basada en las normas a un mas relativistas; como que si lo bello absoluto se identifica con los antiguos, la belleza relativa, arbitraria, es asociada con lo moderno. Con Diderot, Voltaire, Hutcheston, se inicia el debate sobre el carácter artificial del lenguaje arquitectónico.
Baudelaire habla de las analogías o emblemas figurativos de la expresión; la reducción de la belleza a la percepción de las relaciones.
Diderot celebra aun las ideas clasicistas de unidad; estas u otras categorías formales similares del periodo ya no se subordinan a apriorismos objetivos fijados de antemano, como sucedía en la experiencia perceptiva. La escuela empirista concede gran valor a la experiencia y el Sensualismo reivindica los sentidos. La preferencia ilustrada por unificar y encuadrar la variedad de los objetos bellos en ciertas reglas de aplicación universal. La nueva autoridad, aun corriendo riesgo de parecer normativo, echa por tierra los modelos prefijados de antemano, los cánones estéticos: la autoridad, la imitación clasicista, los órdenes clásicos en arquitectura. La relación, al igual que los demás principios, se levanta sobre la creencia en el carácter universal e invariable de la razón. La propia naturaleza humana será invocada por la estética francesa y alemana al igual que el relativismo ingles.
Esta presencia de la naturaleza como nueva referente es interpretada desde la relevancia otorgada a la experiencia y a la perfección, que son las que acompañan al descubrimiento del hombre.
La autonomía de la estética no se consuma en Francia hasta la “enciclopedia” consagrándose como un nuevo saber. La ciencia del “gusto” es entendida como ciencia del sentimiento; esta especie de desdoblamiento ha de derivar en una teoría de la sensibilidad y hacia una filosofía del arte.
En el SXVIII se percatan de que los principios metafísicos y absolutos de la doctrina clasicista, son relativos a cada época histórica, oscurecida por convertir los nuevos principios estéticos y artísticos en un orden natural, al margen de la historia. Todo parece evocar una de las constantes de la modernidad, quizás una nostalgia de un orden perdido. Todo orden nuevo se va haciendo a traves de la búsqueda de nuevos principios. Busca en alguna medida un espacio permanente y una trasmisión de los conocimientos, función permanente de las Academias para vertebrar un lenguaje universal, tentativas que chocan con la libertad de invención, de la arbitrariedad de los lenguajes artísticos una vez desmoronado el orden del discurso clásico.
Marzo 2008
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