- PAPEL DE LA PRÁCTICA EN LA TEORIA Y CRÍTICA DEL ARTE.
El desarrollo, social, científico, moral, de la sociedad en que vivimos impone cambios en todos los ordenes, mejores o peores que en otras épocas, pero evidentemente cambios al fin y al cabo, y a veces vertiginosos. La mente humana en paralelo obedece quizás a las mismas leyes neurológicas que hacen años o que otras épocas (es otro debate), pero lo que si es claro es el cambio en el tiempo. Ese cambio arrastró con seguridad nuestra posición frente al arte, nuestra posición que desde el principio es cambiante porque el propio arte también lo es, y en ese orden de cosas nuestra idea también se posiciona de forma distinta. La sociología del arte es historia, ninguna sociedad se paraliza en el tiempo y se hace imperecedera, todas cambian y con ellas sus hombres que generan sus “vanguardias”. Por ese motivo la antropología del arte no puede quedar al margen de la historia.
Cuando la historia se enfrenta al pasado más lejano o más cercano no puede evitar actuar en términos críticos, tiene que discriminar lo más valioso lo más interesante y lo menos interesante, selecciona, desecha, al fin y al cabo los historiadores hacen crítica del pasado.
¿Hay que distinguir entre historiador y crítico?
¿Es el historiador, como decíamos antes, critico del pasado de forma exclusiva o por el contrario puede adentrase en la critica de su tiempo?
¿Hay críticos que se limitan a su tiempo? Por supuesto, pero en muchas ocasiones porque desconocen otros, me estoy refiriendo con cierto sarcasmo a los críticos que de todo tipo de cosas están aflorando, como dice Félix Azua, en mi opinión acertadamente, antes había críticos de toros y de teatro, pero ahora como en todos los ordenes de la vida hay especialistas en las ramas mas inhóspitas de las cosas, críticos de cocina, (de diseño y del que no lo es), críticos mediáticos que no se sabe muy bien en que están especializados (quizás un numero importante de ellos buscando un hueco para sobrevivir) etc…
Hoy podríamos decir que los críticos de arte son los historiadores del arte presente.
Muchos de ellos. Ahora, como Diderot, provienen de la filosofía, son escritores o intelectuales. Esos críticos que actúan en el ámbito de la critica de arte contemporáneo, tiene que ver con ese arte altamente conceptualizado y teorético.
Se me ocurrió cuando leía los apuntes relativos a este tema, salirme un poco y bucear en otro tiempo para hacer una comparación no muy lejana en el tiempo, y en otro espacio distinto en la forma a la meramente pedagógica, que es la critica periodística, tan en boga en nuestros días. (Críticos periodísticos de todo tipo)
He sacado a través de Internet un articulo interesante (introducción a la documentación de la critica de arte en la prensa), que hace un repaso de la practica de la critica y su teoría en el ámbito de la prensa en el ultimo cuarto del pasado siglo XX y vienen ha decir sus autores (Fernando García Rodríguez y V. Gómez Alfeo) que los cítricos son quienes en primer lugar determinan la atmósfera espiritual de una época, aunque sus juicios sean falso o hagan omisiones. El espíritu critico lejos de armonizar con el estado de la sociedad y con los productos e ideales por estar engendrados se haya en tensión respecto a la sociedad, si queremos expresarlo con Horkheimer y los frankfurtianos, la teoría critica es la expresión en el presente de una actitud que se proyecta hacia el porvenir.
Algunos autores establecen una división de trabajo de la crítica, fijando diversas ramas de esta, según se trate de: Eruditos de arte, críticos de interés académico y con ambiciones de creación propia, que aspiran a crear un género literario autónomo. Y por otro lado – según García Rodríguez- los periodistas, cuyo fin es orientar, informar y destacar cara al público los sucesos de la vida artística. Ninguno de los dos terrenos esta totalmente dominado por el impulso de expresión subjetiva o de informe objetivo de los hechos.
No ha cambiado mucho la situación, el momento a que se refiere García Rodríguez es cuando Pió Baroja, por ejemplo, era jefe de redacción de “El Globo”, y Ramiro de Maeztu del “Sol”. En ese momento hay un entramado que ofrece gran interés, entre críticos de arte, redactores periodísticos, profesores y teóricos de las bellas artes, pensadores, literatos y artistas en general (arquitectos, escultores, pintores y diseñadores). Estas relaciones determinan, en estos años, un nivel, en la información vehiculada por la prensa, muy estimable.
¿Podríamos decir que hoy pasa lo mismo? Pues sinceramente no lo sé, salvo los “magacines” de los domingos de las distintas publicaciones.
Pero si es cierto que quiza hay un espacio de autonomía (o soberanía intelectual) en ese pequeño resquicio de libertad, que supone estar un poco al margen de las redacciones, que es la de los columnistas actuales.
Por ejemplo: Vicente Jarque “El País 16 Enero 2001 Contaminación y Comunicación”
Marzo 2013
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