Comienzo diciendo “el desconocido” porque, en los documentos y páginas web consultadas, hasta principios del S. XX se considera un pintor ignorado durante siglos por los eruditos de la historia del arte, aunque a día de hoy, Bermejo es uno de los más importantes pintores del gótico, sobradamente conocido y su obra se muestra por todo el orbe. Cierto es, que de su vida se desconocen muchos datos. Nacido en Córdoba se desarrolló como pintor en el noreste español, en Aragón y Levante. Parece ser que pudo estudiar en Flandes, por su estilo influido marcadamente flamenco y en concreto por los maestros del momento (Jan van Eyck, R. van der Weyden y Dierick Bouts), este último pudo ser su maestro. En su obra podemos observar claramente la influencia flamenca, por su minuciosa representación del detalle, el dominio del óleo, la perspectiva, su visión clara del naturalismo en el paisaje. La representación humana tiene un perfil cuasi escultórico con un estilo vigoroso a veces dramático. La forma de ver la pintura por Bermejo al igual que los flamencos se denota en los brillos del metal o el cristal, incluso en los rostros. (“San Miguel Triunfante sobre el demonio (demonio que recuerda a el Bosco)” 1468, la proporcionalidad del donante es apreciable y lógica. Controla el dibujo con trazos gruesos y enérgicos marcando la anatomía y los perfiles, pone énfasis porque se le dé importancia a los pliegues del atuendo espontaneo, en “La Virgen de la leche” lo consigue al igual que la espontaneidad de la cara del niño, característica de la escuela florentina, el fondo dorado podría retrotraernos al bizantino. Donde podemos apreciar un detallismo hispano-flamenco clarísimo es en el “Santo Domingo de Silos” 1474-1477, a día de hoy se puede contemplar en todo su esplendor en el Museo del Prado. Se trata de la parte de una obra completa, es decir; formaba parte del retablo que hizo para la iglesia de Daroca. Santo Domingo sentado en un trono clarísimamente gótico por sus detalles finos, así mismo el rostro proyecta dureza al pintar el mentón muy riguroso por el estudio del volumen, destacando así sobre el dominio de los tonos dorados del trono, lo trata como un obispo rodeando su cabeza con una especie de nimbo (no se aprecia claramente que sea exactamente un nimbo al uso románico o bizantino) realizado con finos trazos a modo de rayos y la capa con que lo viste con un detallismo recargado que al espectador, por lo menos al que suscribe, le provoca una sensación de peso. Un ejemplo claro de una perspectiva aérea la veo en el paisaje del fondo en su obra “La Resurrección de Cristo y Descenso de Jesús al limbo”. En el “Martirio de Santa Engracia” Los claro oscuros recuerdan o parece que abren la puerta a obras de Rembrandt, poniendo la luz directa en la figura de la mártir y el resto “difuminado” de forma magistral. Al hilo del tratamiento de la luz hablar de una de sus últimas obras “La Piedad” 1490, aquí insiste en la importancia de los fondos utilizando una perspectiva inversa y también la jerarquización resaltando de esa forma la figura de Cristo y su madre, como en esta época aparece en un tamaño más pequeño el donante, que lo encargó para un monumento funerario, siendo éste Canos Desplá, impresiona por la trascendencia dolorosa de los rostros y ese tinte “tenebrista” que rodea la escena. Por hacer mención a una obra tripartita destacar el “Retablo de la Virgen de Montserrat” Catedral de Acqui Terme, Piamonte, encargado por un mercader de Acqui; Francesco de Chiesa, también aparece como donante de rodillas junto a la virgen. Los paneles laterales son de Rodrigo de Osona, esta obra contrasta con la anterior, entre otras claves, por su luminosidad y utilización de la arquitectura de una forma más cercana, así como el paisaje profundo y aéreo al fondo. Bermejo trabajó para Isabel la Católica con su obra “Adoración de los Reyes” y “La Santa Faz” (también con un nimbo de parecida factura al de Santo Domingo), para la Capilla Real de Granada, junto a este trabajo al parecer realizó el retrato de la propia reina, uno de los más conocidos probablemente, aunque los estudiosos se lo atribuyen a él, da la impresión que queda un margen de duda, ahora colgado en el Palacio Real de Madrid. Por último hacer mención algunas obras más, y de esa manera hacer justicia con uno de los grandes españoles del gótico, por no decir el más y como decía al principio olvidado hasta principios del Siglo XX.
“Cristo guiando a los patriarcas al Paraíso” Esta pintura muestra un guiño al posterior Renacimiento.
“San Agustín en su Estudio” nos recuerda al maestro R. van der Weyden. “El Milagro de la Nieve” Influenciado quizá por Hugo Van der Goes.
Bibliografía: Enciclopedia Universal del Arte, Ed. Planeta.
Webgrafía: https://dialnet.unirioja.es. https://www.museodelprado.es
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