En función del mapa conceptual elaborado y tomando la premisa de elegir que se solicita para este trabajo, he escogido las tres imágenes que se nos ofrecen relacionadas con el arte pictórico, aunque en el “mundo de la magnificencia” y el poder, bien podríamos incorporar también la cuarta opción (Iglesia de Il Gesú, como reflejo del poder, solapado a veces y otras contundente en los más diversos extractos sociales por parte de la Iglesia y en concreto en este periodo, de la orden Jesuita).
Hacer una reflexión sobre el “Reflejo en el Arte Renacentista de la Magnificencia del poder” (título de este trabajo) a través: del retrato de “Francisco I” de Jean Clouet 1480-1541, “La cabalgata de los Reyes Magos” de Gozzoli (1420-1497) y “El Luneto Palacio Pitti y Jardines de Boboli” de Giusto Utens (¿-1609), en este periodo, que podemos ubicar cronológicamente a finales del cuattrocento y en los albores de cincuecento, (entre el nacimiento de J. Clouet y la muerte de G. Utens existe una franja de 129 años y curiosamente entre el término de la primera obra “Cabalgata de los Reyes Magos” y el luneto de Clouet existe las misma franja), aparte de poder ser muy dilatado, creo que sería más acertado ahondar sutilmente en el meollo de ese título, que implícitamente ya da ciertas pistas por sí solo. Viene dado por una razón, quizá, quijotesca, pero sin ánimo de “enmendar la plana” a nadie.
Durante mucho tiempo el Renacimiento se ha presentado como una biblioteca ordenada alfabética y cronológicamente de biografías de artistas como individuos solitarios, subrayando esa individualidad en la creación de sus obras y el análisis de las mismas de forma particularizada y de algún modo abandonando el estudio del mundo que les rodeaba, que sería el tema central que me ocupa, es decir; lugares, personas que les ayudaron, instituciones, etc… sin dejar al margen los propios intereses de los artistas por promocionarse, las rivalidades entre ellos y las familias comitentes por tener o estar en posiciones más elevadas que el otro. Puede ser que hoy día; arquitectos, pintores o escultores, sin el propósito de ser un “hereje”, tengan la misma genialidad, cierto es que con medios distintos, que algunos renacentistas. Pero si hay algo que no cambia en la historia; es el ego del ser humano, seguramente más acentuado en unos que en otros, y es que los artistas de hoy y los del Renacimiento, sabían (salvo contadas excepciones) que a través de sus creaciones podían obtener un crédito social. Hoy a través de, prácticamente, los mismos medios que en el renacimiento cambiándole el nombre al concepto, como puede ser; mecenas, instituciones (incluso corruptas), oligarquía, etc… y a su vez estos obtener reconocimientos por el ejercicio del patrocinio y el subterfugio publicitario del poder hoy y ayer. Es por lo que he tomado la magnificencia como concepción canalizadora de las obras elegidas, al estudiarlas en función del mecenazgo, el momento y las circunstancias de su tiempo. Por ejemplo: en este caso el estudio de la arquitectura de las villas a través de la pintura de los lunetos, poniendo la atención en una obra que es complementaria la pintura con la arquitectura, el estudio de un “conflicto” histórico en el caso del fresco de “La cabalgata de los Reyes Magos”, que por su contenido podríamos llamarle “La cabalgata de los Medici” o del pico intermedio del Renacimiento en Francia y en Italia, donde se enmarcan cronológicamente el retrato de “Francisco I” con las sutiles diferencias que existen en la obra de J.Clouet, pues al margen de utilizar elementos de la pintura flamenca ya había tenido nociones suficientes de la influencia italiana para aplicar a sus obras, a través de sus viajes.
De hecho los reyes, los papas, las familias de cierta entidad social (o ricas, para entendernos)… pensaban en términos de conjunto y no en obras separadas. Los cambios sociológicos que supuso el Renacimiento hicieron que se abriese un abanico de posibilidades en la creación de obras de arte importantísimo, dejando atrás muchas concepciones y poniendo la figura del ser humano en el centro. Hay un factor que creo influye a la hora de concebir la obra de arte como propiedad y elemento de distinción social, en el renacimiento; magnificencia y hoy lista Forbes, y es una debilidad tan llana como la envidia asociada a la prepotencia, veamos hoy las subastas Chistie´s London, en el renacimiento todo un pueblo situado en la Toscana como San Gimignano, sin conservar todas sus torres, hoy alberga muchas de ellas y si una es alta, la otra más, lo que nos podría hacer pensar que al margen del valor, inequívoco de la obra, la envoltura de la magnificencia hace el resto.
Se dice que muchos clásicos siguen vigentes hoy, teatro, filosofía etc… y seguramente no sea un tópico, acomodando los textos y obras en general al tiempo que vivimos y un poco pensando en la magnificencia saco a colación el “Libro cuarto de la Ética a Nicómaco” de Aristóteles (384-322 a.c.) donde alaba a los ricos que se muestran pródigos, siempre que su objetivo sea respetable. El hombre magnifico es un artista el gasto… Pensará en cómo puede llevar a cabo su proyecto con mayor nobleza y esplendor en lugar de calcular cuánto costará y como puede salirle más barato.
Los tiempos han cambiado, es probable, que algunos de nuestros gobernantes no compartiesen esa idea y otros la compartieran y en lugar de magnificar la obra ahorrasen en “esplendor” para obtener beneficio propio. No cabe duda que la aseveración de Aristóteles tiene muchas aristas a la hora de interpretarla hoy, pero quizá en el Renacimiento tenía un sentido más ajustado, que no justo, para la sociedad que imperaba.
Como apunta el profesor Urquízar; el clasicismo no despega como alternativa a la religión, la antigüedad es una garantía para todo tipo de comportamientos; políticos, sociales, ideológicos etc… Las monarquías y especialmente el imperio fueron elementos de referencia. Un ejemplo fue Francisco I, una vez conquistado Milán mandó confeccionar un lujoso manuscrito. Su reinado ejerció un papel en Europa de primer orden (Capeto), es un monarca que se convierte en una figura símbolo del Renacimiento francés. Las artes y las letras fueron empujadas de forma importante y decidida, hasta tal punto fue atraído por Italia que se puede comprobar a través del mecenazgo que ejerce sobre algunos artistas italianos entre ellos, ni más ni menos, que Leonardo Da Vinci. Su retrato de J. Clouet. Es otro ejemplo de su magnificencia y mecenazgo al autor del mismo, pues Clouet era muy respetado en la corte y llegó a tener una relación muy estrecha con el rey, así como su hijo también pintor.
Las procesiones de La Epifanía, el Concilio de Florencia, la visita del papa Pío II o la caída de Constantinopla, son temas que se dejan entrever en la pintura al fresco de Gozzoli en los muros de la capilla del Palacio Medici Riccardi, amén de la preponderancia de una amplia retahíla de familia Medici, incluidos nietos (generaciones diferentes) de Cosme el Viejo; ejemplo claro que de forma inteligente, por parte del banquero, su idea era ser mecenas de procesiones o lo que hiciese falta para dejar atónitos al pueblo y a su vez crear rivalidades entre familias. Todo se hacía para mayor gloria de la familia, en el fresco que nos atañe conviven varios lenguajes artísticos; eruditos y populares, simbólicos y realistas, ya interpretados.
En el año 1131 ya podemos encontrar en el árbol genealógico el primer Medici, descendiente de di Potrone al parecer médico, hasta nuestros días Lorenzo de Medici vecino de Barcelona. El momento más esplendoroso de la familia se da en el Renacimiento a través de una gran saga de banqueros, papas, reinas de Francia, miembros de casa real de Inglaterra y numerosos dirigentes florentinos. Esto les dio una posición de magnificencia imposible de alcanzar por muchas familias y a su vez ser patrocinadores de muchos artistas y científicos. Su poder les dio para construir palacios, comprárselos a las familias rivales y hacerse entre otras muchas cosas, las llamadas villas mediceas y jardines; complejo arquitectónico construido entre los S. XV y XVII, en la Toscana, región próxima a Florencia. Eran de carácter campestre o “agrícola”, territorio administrado por la familia, y centro de actividades económicas agrícolas de la zona donde estaban, eso no quitaba que fueran lugares para el placer y la holganza. Bien detalladas y “cartografiadas” por el maestro Giusto Utens a través de todos los lunetos donde describía arquitectónicamente todas y cada una de las villas y jardines de los Medici, en este caso pintando el palacio Pitti, propiedad de esta familia, pero comprado, una vez muerto este, por los Medici y reconstruido por Vasari años más tarde. La reconstrucción fue engrandecer el palacio y los jardines y bosques que le rodean, otro ejemplo de esa magnificencia. Hay que decir que algunos fueron prudentes en su ostentación exterior, véase el palacio Riccardi, no obstante por dentro había todo lujo para el “recogimiento”.
Nos podríamos preguntar ¿si a día de hoy todavía quedan rastros de magnificencia reflejada en el poder/es?. Y quizá podríamos así mismo, responder, que no ha cambiado ni un ápice. Sin entra a valorar todas las muchas aristas que tiene la desigualdad desde el principio de los tiempos.
Bibliografía: Enciclopedia Historia del Arte de Planeta. Teatro y poder político en el Renacimiento Italiano (Edit. Letranomada 2013)
www.lorenzodemedici.net
Leave a Reply